viernes, 16 de abril de 2021

Valhalla


 

Me dijeron que el oráculo se encontraba en lo más profundo del bosque. Ya no estaba en su cárcel de mármol.


Para acceder a él, había que pasar por un sinuoso camino lleno de zarzas.


Las ramas secas golpeaban con ira mi cara, y los graznidos de aves que no podían verse me rodeaban y llenaban la atmósfera como si fuera el mismo oxígeno que invadía mis pulmones.


Al fondo, sentado en un trono de madera tallado con esmero, y vestido con una túnica que apenas escondía sus partes más íntimas, estaba él.


Con un cuervo sin ojos posado sobre su hombro, tenía un gesto extraño, a medio camino entre la muerte y la locura.


Sus ojos eran blancos y la piel se confundía con el entorno. Hubiera carecido de sentido preguntarle algo, puesto que no me habría respondido. Al menos no con palabras que pudiera entender.


De sus labios apenas salían sonidos guturales carentes de lógica. No sabía dónde estaba hasta que lo vi claro.


Era esa región. La misma que Jack le describía a Netley como... "la región más oscura del cerebro humano, un abismo radiante donde el hombre va a encontrarse a sí mismo".


Su rostro impasible, el cuervo, su mueca desfigurada....Él no era un oráculo.


Era Alfrech, alter ego de Odín. El padre. El sabio. El creador. El omnipotente.


Un paisaje desértico. Mis manos ensangrentadas. Mi rostro cadavérico.


Valhalla.


Imagen; @lord.cah 

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