viernes, 30 de abril de 2021

Metamorfosis


 Me la encontré, por casualidad, un buen día de mayo. En el subsuelo del infierno.


Ella bajaba a por carne para sus perros, y yo merodeaba perdido entre el humo y el fuego. Me fijé en unos ojos que no eran suyos. Perdidos. Desorientados.


Con la mano extendida, me invitó a la superficie. Su cara iba transformándose, pero el color rojo que emanaba de su corazón no. Era el mismo, incluso más intenso.


Con elegancia, nos quitamos el sombrero para saludar con una reverencia a los señores que bebían de pajitas en el suelo.


El tiempo se hizo eterno, y fuimos pasando de dimensión; una isla mediterránea, las ruinas de una iglesia ubicada en mitad de un inmenso parque con carpas enloquecidas, y un desierto donde solo había cabezas sin ojos y minúsculas figuras agarrando con fuerza a la luna.


Finalmente, llegamos al último nivel; el suelo. Ahora, todas esas personas parecían normales, pero no lo eran.


Me enseñó que en lo profundo de su corazón, todos corrían rápido por pasillos deshabitados para tratar de huir de sus sombras, sin éxito.


La miré de nuevo, y me di cuenta que ahora sí había cambiado. Antes era un boceto. Ahora, un cuadro pintado con los más bellos colores.


Se había materializado. Había evolucionado a la mejor versión de un ser humano; artista y creadora.


A veces, por las noches todavía escucho a lo lejos los ladridos de los perros. Pero ya no los alimenta en secreto.



Fotografía de; @lord.cah 

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