domingo, 4 de abril de 2021

Restos


 

Los restos de comida y la ropa tendida sobre la vieja tronera indicaban que, décadas después, aquel sitio seguía vivo. Ya no era estratégico, pero sí vital.


Escondido entre la maleza, en la ladera de un monte, se accedía casi a gatas por una abertura de hormigón que el paso del tiempo había colmatado hasta casi juntar el suelo con el techo.


Dentro, las vigas de acero desprendidas por todas partes, mostraban las cicatrices del paso del tiempo; se estaba desangrando y descomponiendo, como un cadáver herido en una batalla que ya nadie recuerda.


Un silencio que no era de piedra ni hierro, cubría como un manto invisible las cuatro paredes del fortín. Era algo indefinible.


Cuántas historias y cuánto silencio.

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