viernes, 28 de mayo de 2021

Raíces


 

La sangre de Antonio Camborio y de diez mil gitanos cantando bajo la luna corría por sus venas.


Era el fuego fatuo, los patios de la Alhambra y un nazarí rindiendo Granada, todo a la vez.


Todo latente. Dormido, pero no muerto, bajo un manto de piel y tiempo.


Y cuando salía el folclore, desgarraba sus cuerdas vocales y partía sus manos.


Ella era la tierra helada de Sierra Nevada, quemada por el ladrillo enrojecido al sol del Sacromonte.


Un alminar de sangre que no se cansa de llamar a los dioses con su arte.



Obra de; @lord.cah 

martes, 25 de mayo de 2021

Automóviles


 

Las laderas de un barranco gris y terroso desembocaban directamente sobre el cuartelillo. De entre los cubos de la basura, una liebre escapaba a brincos del lugar, como si fuera una señal advirtiéndome que en ese lugar no había más que muerte.


Era la antesala de un cementerio. Pero allí el blanco brillante de las osamentas daba paso al metal, la chapa y el plástico. Un cementerio de automóviles.


Siempre quise ver uno. En ellos, la vida estaba aún más presente que en las necrópolis. Allí, los cadáveres aún frescos se secaban al aire libre y las marcas y señales de su destino eran visibles a simple vista.


Por alguna morbosa razón siempre buscaba manchas rojas de entre los abollados parachoques y las lunas despedazadas sobre la guantera. Restos necrófilos de una vida más allá del cristal.


Es curioso, pero la luz adquiere una tonalidad diferente cuando miras entre el silencio.


Y solamente oyes el susurro del viento desplazándose entre las ramas. Más nítido. Más sincero.

sábado, 22 de mayo de 2021

Arte


 

Los mejores murales están en los sitios más difíciles.


Cuanto más apartado y remoto, mejor. Menos accesible, más reservado.


Es como la escalada. Los mejores siempre encuentran las montañas más desconocidas.


Con el arte urbano pasa lo mismo solo que, a veces, apartado y bizarro van de la mano.


En ocasiones, captar esa obra de arte implica bajar por puentes llenos de infraviviendas, basura y desperdicios. Montañas y ríos de inmundicia.


Parece que, literalmente, bajas a otro mundo. A otra dimensión, donde está esa realidad que no quiere verse.


Desciendes a los infiernos para poder ver el mejor arte. El que no está en las galerías y museos. El que no cotiza en bolsa.


El que ni si quiera es considerado arte, si no vandalismo, delito, crimen.


Por eso está escondido, como una simbólica protesta. No todos los ojos merecen verlo. Ni apreciarlo.


Por eso es arte.

viernes, 21 de mayo de 2021

Ropa


 

La ropa glorifica.


Es santa porque es la antítesis del cuerpo desnudo, que es inherente al pecado.


A la impureza. A la vergüenza.


Está escrito; "... entonces se abrieron sus ojos y conocieron que estaban desnudos: cosieron unas hojas de higuera, y se hicieron cinturones".


Carne, nido de víboras. Mortificación.


Siglos de in-volución para, al final, acabar haciéndonos unas sencillas preguntas.


¿Por qué nos sentimos más íntimamente conectados sin otro envoltorio que la piel, que las formas más básicas y esenciales del cuerpo?


¿Por qué somos más libres reduciéndonos a nuestras formas más primitivas?


Ya lo decía Mondrian; "…la forma particular, liberada de sus limitaciones y reducida a una forma más neutral puede establecer relaciones más puras".


Diógenes. Piel desnuda, alma pura y esencia. Corazón. Vida.


La necesidad de no tener nada más que la carne liberada de sus cadenas.


"Vestir es limitar, velando la hermosura, vedando la nítida contemplación que regala verdad y complacencia". Aurora Auñón



Obra de; @lord.cah

miércoles, 19 de mayo de 2021

Visión


 

Era una piscina olímpica, de esas en las que si te sumerges, no ves el final.


Solo que ésta estaba vacía. Era solo un esqueleto de hormigón.


Un foso desproporcionado que se abría en mitad del cemento.


Y gradas. Cientos de ellas por todos lados. Vacías.


Yo me imaginaba la piscina llena, pero no de agua. De pastillas. Millones de píldoras diminutas, de todos los colores.


Te sumergías y buceabas en ellas. Pastillas de todo tipo; ansiedad, depresión, estimulantes, calmantes, disfunción, tensión….


Era como ir al hospital y engullirlas todas a la vez. ¿Para qué esperar?


Y en las gradas, millones de sombras mirando el espectáculo. Aplaudiendo.


Algunos deseaban meterte la mano en el estómago para que cupieran más. Sonreían y aplaudían.


Más pastillas. Más espectáculo. Nadar en un mar de cápsulas.


Réquiem por un sueño.

lunes, 17 de mayo de 2021

Sábado


 

Un predicador ajeno suena bajito en la tele.


La ventana del motel de barrio suena oxidada y afuera, las calles huelen a especias y a idiomas extraños.


Un cantautor protesta, medio filósofo y poeta, acaba su concierto y todos se arremolinan en a puerta, esperando su salida.


Pero él se queda con nosotros.


En una pequeña mesa, un grupo de cuatro hablamos del sinsentido de la vida y un vendedor ambulante se acerca para vender pulseras de elefantes.


Seguimos hablando hasta que una estatua de piedra con forma humana y pendientes de plumas, cigarro en mano, se acerca y nos saluda.


Se hace el silencio y la estatua espera en vano una invitación a la mesa.


La vida es injusta y todos lo sabemos. En el aire, el polen y las primeras alergias de primavera nos obligan a ponernos la mascarilla.


Otra extraña y surrealista noche de sábado en las afueras.


Fotografía de; Alberto Cabello 

domingo, 16 de mayo de 2021

Zombies


 

Era el refugio de los zombies. Por fuera no lo parecía, pero el hecho de que todo el mundo quisiera desesperadamente entrar indicaba que algo extraño pasaba allí.


No era una rave, eso seguro, aunque lo parecía. Una nave industrial en medio de un polígono ubicado en las afueras de la gran ciudad.


Las luces de la ciudad que dormía se veían a los lejos, desde los andenes del metro, pero ante las puertas atestadas de gente, todo parecía diferente.


Una escalera de metal que apenas se sostenía en una estructura desnuda de hormigón, conducía a una inmensa sala.


Me recordaba a la película de Blade. El espectáculo era curioso. Un experimento sociológico-antropológico.


Una densa marea de gente bailaba enloquecida alrededor de los altavoces gigantes de música electrónica.


Todos poseídos por las sustancias tóxicas. Realmente delicioso. Perturbador.


En una esquina, un grupo de gente, literalmente, movía la cabeza arriba y abajo pegados contra la pared desnuda y fría.


A su lado, otros repetían la misma acción pero en esta ocasión, se inclinaban ante inmensos altavoces que ejercían la función de dioses paganos del siglo XXI.


En los pasillos exteriores, un grupo de conocidos de mi trabajo ingerían pastillas sin parar, tumbados en el suelo, viendo escenas que no existían más que en su alterada mente.


La gente compraba como loca globos cuyo aire, mezclado con alguna droga, ingerían con rapidez para experimentar al instante una sobredosis que no podía ni imaginar, y se lanzaban como animales salvajes a contorsionarse con violencia, golpeándose con otros zombies de aquella sala.


Yo, desde una esquina, solo contemplaba. No me movía, ni actuaba. Solo contemplaba aquella escena grotesca.


Supongo que una parte de mi mente se quedó aquella noche en aquel espectáculo.


El refugio de los zombies.



Fotografía de; Simon Wijers

viernes, 14 de mayo de 2021

Criatura


 

Una campana de cristal transparente, como los pensamientos que no le podía ocultar, era mi prisión. Mi maldición.


Ella, la gran creadora de mi universo, no solo me dio vida.


Me enseñó a pensar, a mirar alto, a las estrellas en esas noches nubladas en las que no pueden verse, para así imaginarlas mejor.


Siempre quise tocarlas con mis ojos abiertos, bailando al son de la luna.


Desnudo, embriagado de la libertad que otro corazón puso en marcha para mí.


Y solo una invisible campana de aire me separaba de ella. Mi ángel de vida. La luz de mi vela.



Obra de; @lord.cah 

miércoles, 12 de mayo de 2021

Jarama


 

-Es muy estrecho, quizá pueda vadearlo en algún punto, donde toque madera.


-¿El Jarama estrecho? Déjalo, chico. Ese río solo engulle sueños y el paso del tiempo. No merece la pena jugársela. Ya no existe. Es solo un espejismo.


Un vertedero de polen y residuos. Hubo un tiempo en el que la gente se mataba por cruzarlo, pero ya no.


-El Jarama existe porque tiene que existir. No porque sea bonito, sino porque es necesario. Solo por hablar de él, resucita. Como en las novelas.


-Esto no es la Alcarria. Es el Jarama. No hace falta que hables. Solo escucha el trino de los pájaros, el viento meciendo las ramas, el espejo del cielo en el aire, los árboles devastados y las ruinas que saben a calma.


Tú solo calla. Escucha. Respira. Y calla.

domingo, 9 de mayo de 2021

Yo


 

Yo, que he pecado de incontables maneras.


Yo, que soy veneno de serpiente.


Yo, que no merezco ni el polvo de la arena que pisaste.


Yo, que no aspiro a tus 69 puñaladas.


Yo, que no soy esencia alada vigilante.


Yo, que no te debo el suelo helado que recoge los pétalos marchitados de tu rosa.


Yo, que no se si puedo verte.

viernes, 7 de mayo de 2021

Pájaro carpintero


 

Dicen que el pájaro carpintero es "ave trepadora, de plumaje negro manchado de blanco en las alas".


Pero el que yo vi tenía otra envoltura. En realidad tenía muchas. Infinitas.


Mi carpintero no era un mesías hebreo, pero sus ojos refulgían como las mismísimas puertas de San Pedro.


Tenía un rasgo que lo hacía diferente; él no podía trepar. Se escurría por mis dedos como el líquido elemento, porque no sabía escalar.


Era eso que llaman disfuncional. Y a mucho orgullo.


Pero no todos lo entendían. Es más, sufría de ostracismo. Era un marginado porque su cuerpo era diferente.


Y es que, como dice Helena Vinent, "es la lógica neoliberal y capacitista la que dicta qué cuerpos son válidos, eficaces y funcionales frente a los que no lo son".


Y eso le dolía en el alma. Se sentía un hillbilly, un chav de barrio bajo. Le miraban de reojo al pasar. Le torturaban.


Y yo le quería precisamente por eso.


Por ser diferente a los demás.



Obra de; @lord.cah

martes, 4 de mayo de 2021

Añejo


 

Un San Sebastián herido de muerte olía a vacío.


La calle empinada esperaba que cruzara sus pasos hacia el sanctasanctórum en un lunes festivo.


En el sótano de una tienda, la biblioteca era guardada por una cúpula de ladrillos tan viejos como el megáfono que tocaba copla flamenca sin piedad.


Todo añejo. Todo retro. Entre Kutxi Romero y Sam Shepard se escondía un sillón esquinero iluminado por un foco clandestino que invitaba tímidamente a leer.


O a soñar, según el gusto de cada uno.


Como en una mazmorra medieval, del techo se abría una claraboya que dejaba pasar la última luz de la tarde acompasada por viejos acordes.


Viejos. Como las letras oxidadas y los carteles de seguros de incendios.


Obra de; @gviiie

domingo, 2 de mayo de 2021

Barrio


 

La vida se mide en instantes. En centímetros. En rincones secretos doblando la esquina que son especiales porque los haces tuyos.


En esa calle con sabor a barrio, grafiti desgastado y pavimento usado.


En las viejas canchas de baloncesto de domingos primaverales y en el silencio, que altera como un fogonazo de luz la realidad difusa.


Barrio, que es lo que nos queda.

sábado, 1 de mayo de 2021

Rojo


 

El rojo es un color primario. Te lo enseñan en el colegio de pequeño.


Vivo, intenso. Carmín de noche. Luz tenue. Amor. Pasión.


El rojo es un color privilegiado, excepto cuando proviene de su forma más natural. Cuando es corporal, no.


Se puede enseñar el rojo siempre y cuando no provenga de nuestro interior.


En ese caso, parece que no estamos formados por dentro de sangre, si no de oro y platino.


La absurda censura del rojo corpóreo que lleva a ser pixelado en los medios.


Como si no existiera. Como el mal. O la muerte.


Y por si pensamos en él, cuidado; también es el color del infierno. Humeantes llamas rojas para toda la eternidad, azuzadas por un demonio rojo.


Rojo como el infierno. Como la sangre, que es roja. 

El rojo solo es rojo cuando no lo es.



Obra realizada por; @gromov_orobas