martes, 4 de mayo de 2021

Añejo


 

Un San Sebastián herido de muerte olía a vacío.


La calle empinada esperaba que cruzara sus pasos hacia el sanctasanctórum en un lunes festivo.


En el sótano de una tienda, la biblioteca era guardada por una cúpula de ladrillos tan viejos como el megáfono que tocaba copla flamenca sin piedad.


Todo añejo. Todo retro. Entre Kutxi Romero y Sam Shepard se escondía un sillón esquinero iluminado por un foco clandestino que invitaba tímidamente a leer.


O a soñar, según el gusto de cada uno.


Como en una mazmorra medieval, del techo se abría una claraboya que dejaba pasar la última luz de la tarde acompasada por viejos acordes.


Viejos. Como las letras oxidadas y los carteles de seguros de incendios.


Obra de; @gviiie

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