La ropa glorifica.
Es santa porque es la antítesis del cuerpo desnudo, que es inherente al pecado.
A la impureza. A la vergüenza.
Está escrito; "... entonces se abrieron sus ojos y conocieron que estaban desnudos: cosieron unas hojas de higuera, y se hicieron cinturones".
Carne, nido de víboras. Mortificación.
Siglos de in-volución para, al final, acabar haciéndonos unas sencillas preguntas.
¿Por qué nos sentimos más íntimamente conectados sin otro envoltorio que la piel, que las formas más básicas y esenciales del cuerpo?
¿Por qué somos más libres reduciéndonos a nuestras formas más primitivas?
Ya lo decía Mondrian; "…la forma particular, liberada de sus limitaciones y reducida a una forma más neutral puede establecer relaciones más puras".
Diógenes. Piel desnuda, alma pura y esencia. Corazón. Vida.
La necesidad de no tener nada más que la carne liberada de sus cadenas.
"Vestir es limitar, velando la hermosura, vedando la nítida contemplación que regala verdad y complacencia". Aurora Auñón
Obra de; @lord.cah
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