martes, 9 de marzo de 2021

Doppelgänger


 

La sombra corría más rápido que yo. Era una madrugada cerrada, de esas en la que cuesta ver tus propias manos buscando el candil de la luna.


Aún así, el gesto de locura en su rostro, y su corazón bombeando fuego se mostraban tan nítidos como mi imagen reflejada en la superficie de un lago de aguas cristalinas.


Trataba de alcanzarla, para evitar que su obsesión enfermiza hiciera aún más daño. En el fondo del callejón, pude ver unos aterrorizados ojos, espantados por la sombra que casi rozaba con su aliento su bello erizado por el miedo.


Ya casi le tenía, pero le faltó el segundo que yo le gané para agarrarla por la espalda.


Para sorpresa de ambos, él aprovechó nuestro forcejeo para coger un trozo de cristal del asfalto y, con un certero golpe de mano, seccionó el cuello del espectro demente que se interponía entre ambos.


Ahora, la sombra permanecía arrodillada frente a un charco de sangre que se derramaba fuerte, como el agua recién liberada de una presa, desde el centro de la garganta.


Me acerqué a mi presa, ahora mortalmente herida, para ver que no tenía rostro, tan solo un borroso gesto sanguinolento.


En el suelo, el arma homicida revelaba su último secreto, al devolverme mi propio rostro ensangrentado, agonizante, tumbado en el suelo, donde ahora me veía a mí mismo.


Ésta vez, mi doppelgänger me había costado demasiado caro.



Imagen; Dante Gabriel Rossetti

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