miércoles, 3 de marzo de 2021

Cabezas


 

Era una sensación entre extraña y perversa.


Limpiar esputos y excreciones varias de estudiantes alcoholizados no era, desde luego, la mejor ocupación en las madrugadas de los gélidos inviernos londinenses.


Pero, a veces, tenía su morbosa recompensa. Lo mejor era cuando, en lugar de adecentar excusados, te destinaban a las salas de prácticas.


Entre siniestros esqueletos de plástico a los que mirabas con resquemor, iluminados únicamente por la luz artificial que venía del exterior, y extraños instrumentos quirúrgicos que deseaba que no hubieran sido utilizados, transcurría una mañana cualquiera.


Cuando la luz del alba aún no rompía el silencio de esos callejones con sabor decimonónico, resultaba interesante cargar al hombro aquellas bolsas amarillas con avisos de toxicidad, protegido únicamente por un guante de látex que hacía las funciones de escudo contra aquellas jeringuillas infectadas Dios sabe de qué.


Al menos, me quedará la duda de saber si mi joven compañero anglo-jamaicano de faena hablaba en serio cuando, al ser preguntado por su tarea aquella mañana, respondió, encogiéndose de hombros y con una pasmosa indiferencia....."cabezas cortadas".


Escenas costumbristas.


Imagen; @ien3639 

No hay comentarios:

Publicar un comentario