domingo, 21 de marzo de 2021

El camino


 

Justo donde el camino se perdía en el campo. Allí me pidió que le diera la mano por última vez.


Quizá le dieran miedo las zarzas que no cubrían el camino, pero cuyo recuerdo aún estaba fresco en las heridas de sus piernas.


Posiblemente, porque necesitara tanto como yo el tacto cálido de unas manos que no sabían estar solas. Como Harry Haller y Armanda. Como Alvy Singer y Annie Hall.


Pero ella no era ninguna de las dos. Era la "mujer de un campo yerto" de Dámaso Alonso. Con paso firme. Seguro. Sin miedo.


Sus botas rompían el silencio rígido de la muerte, y sus ojos eran grandes, perfilados y esbeltos.


La luz se llenaba de amor en sus manos, y el campo lloraba de miedo.


Besa por última vez mis temores, y aleja de mí este cáliz de hielo.

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