lunes, 15 de marzo de 2021

Refugio


 

Sucede que, cuando ni tú mismo te entiendes, se abren dos caminos; volverse loco o seguir la corriente.


Resulta, como dice John Doe, demasiado fácil colgar la etiqueta de loco. Qué fácil resulta, y qué difícil vernos en ella.


Qué difícil vernos en esa casa que te recibe con las hojas de otoño derribadas en el suelo, con su puerta desvencijada y desconchada, de un verde pálido que recuerda a otro tiempo.


En esa habitación con la cabeza decapitada de una muñeca enterrada en el polvo gris, caído de un techo semi hundido, del que cuelgan unas cuerdas en las que no se ahorcó nadie.


Y esa escalera a medio hacer, que sube hasta un ático que es de cielo, donde me escondo cuando hace frío y tengo miedo a la tormenta.


Esa es mi casa. El refugio de mi locura. Mi castigo sin recompensa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario