miércoles, 3 de marzo de 2021

Cabezas


 

Era una sensación entre extraña y perversa.


Limpiar esputos y excreciones varias de estudiantes alcoholizados no era, desde luego, la mejor ocupación en las madrugadas de los gélidos inviernos londinenses.


Pero, a veces, tenía su morbosa recompensa. Lo mejor era cuando, en lugar de adecentar excusados, te destinaban a las salas de prácticas.


Entre siniestros esqueletos de plástico a los que mirabas con resquemor, iluminados únicamente por la luz artificial que venía del exterior, y extraños instrumentos quirúrgicos que deseaba que no hubieran sido utilizados, transcurría una mañana cualquiera.


Cuando la luz del alba aún no rompía el silencio de esos callejones con sabor decimonónico, resultaba interesante cargar al hombro aquellas bolsas amarillas con avisos de toxicidad, protegido únicamente por un guante de látex que hacía las funciones de escudo contra aquellas jeringuillas infectadas Dios sabe de qué.


Al menos, me quedará la duda de saber si mi joven compañero anglo-jamaicano de faena hablaba en serio cuando, al ser preguntado por su tarea aquella mañana, respondió, encogiéndose de hombros y con una pasmosa indiferencia....."cabezas cortadas".


Escenas costumbristas.


Imagen; @ien3639 

martes, 2 de marzo de 2021

Próximo tren


 

Mirando al cartel me di cuenta. Ocho más diecisiete suman veinticinco. Casi media hora. Medio siglo.


En un siglo cabe un mundo. En medio siglo, también.


Se pueden dibujar silencios en el cielo. Bajar por una escalera sinuosa hasta lo profundo de un pozo para darle la mano a aquel hombre desnudo, atado e inmóvil, a punto de ser desmembrado por una guadaña, como en los mundos de Poe.


En medio siglo, puedes levantarte por la noche, con las manos llenas de un óxido rojo brillante y darte cuenta que has matado a tu alter ego. Ese que te atormenta cada vez que te ve en el espejo cada mañana.


Es curioso pensar en todo lo que se puede soñar en media hora.


En el fondo, me compadezco de toda esa pobre gente que dispone de conductor personal y mira con desdén desde el otro lado de unas lunas tintadas. Nunca podrán experimentar el placer de soñar durante media hora.


Próximo tren, 30 minutos.

domingo, 28 de febrero de 2021

Rata


 

Siempre quise ser un niño-rata. Pero no así.


La cinta helicoidal se deshacía entre mis manos cuando cubría los cables con ella, besando el suelo de una mesa de oficinas.


Me gustaba hacerlo tranquilo, como si rumiara mi soledad en silencio y fuera un héroe del polietileno.


Lo peor era cuando algún oficinista yuppie, con más ego que cerebro, te hacía sentir en un escalafón más bajo que la rata.


Ellos, acostumbrados a jugar con títulos y acciones, te descendían rápidamente a la categoría de insecto. Un sucio coleóptero al que de vez en cuando hay que recordar sus límites y condición.


Pero a veces, los insectos se convierten en hormigas y se cuelan en tu cerebro para martillearte el córtex y recordarte que, al final, todos somos insípidos e insignificantes ratones de ciudad.



Imagen; Francesc Català-Roca

martes, 23 de febrero de 2021

Inapropiado


 

Entraba en Madrid, mi querida y añorada ciudad natal, imbuido por el espíritu paranoico-crítico de Dalí.


Yo mismo era un ente surrealista y quizá por eso iba por la carretera sentado en una silla, anclado en el techo de un automóvil años 60 sin conductor, pero con mucha solera. Puede que fuese yo quien lo condujera con la mente.


Lo extraño de un extraño es que...a veces no resulta extraño. Raro sí, que no es lo mismo pero es igual, como decía Silvio.


Lo único que sé es que circulaba a una velocidad inapropiadamente alta para un turismo, y que por eso me multaban.


Quizá lo inapropiado era que no llevara cinturón de seguridad, pero sí un elegante bombín y pajarita, y por eso me golpeaba con cada señal destartalada del camino que me indicaba que cada vez quedaba menos para ser engullido en el agujero negro de la capital.


Definitivamente, lo inapropiado era yo.

domingo, 21 de febrero de 2021

Miseria


 

Los miserables menudean su hambre por las calles.


Las interminables colas de entes famélicos piden un último trozo de vida que llevarse a la boca.


La danza tétrica de la muerte. El baile, miserable y horrible, de lo que no se ve, ni se siente.



Imagen; Isidre Nonell

sábado, 20 de febrero de 2021

Redada


 

El pelo azabache que acariciaba tu cara me impedía ver tus ojos y ese lunar en la mejilla que te hacía diferente.


Tu piel aceituna apenas cabía en el manto que te defendía del frío, y un vestido rojo era la última frontera entre tus huesos y la luna eterna, que ahora era verde olivo en tu homenaje.


Mirabas al suelo por la vergüenza heredada, porque ahora te empujan, te separan.


Y ponen entre medias mil cielos con mar y montaña. Destierro de hielo que nunca se acaba



Imagen; Isidre Nonell.

domingo, 14 de febrero de 2021

Mona


 

La profunda oscuridad de la noche lo cubría todo con un manto de misterio, y lentamente fui nuevamente recorriendo el largo y estrecho pasillo que conducía de la cámara funeraria al exterior.


Me quedé quieto mirando al cielo, donde únicamente la luz de la luna y las estrellas iluminaban mis pensamientos y lo más profundo de una mente que pensaba que todo lo que acaba de ver y sentir no era más que un sueño.


Un pensamiento que se vio rápidamente disipado al ver mis manos y mi ropa completamente bañadas en una sangre tan roja como el fuego del infierno.


Aterrado y desconcertado, me adentré como pude en una arboleda cercana y justo en ese momento, en mitad de la oscura noche, pude ver con total claridad el torque sagrado que había encontrado en el túmulo, que me había guiado a otra dimensión y que yo creía perdido entre las aguas, cubierto de un color ocre rojizo entre las raíces de uno de los árboles sagrados.


Y entendí que todo vuelve a la naturaleza.



Imagen; Richard Long

sábado, 13 de febrero de 2021

Dudas


 

Aquella chica con nombre bíblico me hacía dudar.


Su mera existencia me debatía entre un pasado que no fue y la certeza improbable de un futuro no escrito. Como cuando escribes un libro sobre la marcha, y la historia es quien guía a la mano.


Me confundía y sumergía en un mar de existencialismo, arjés presocráticos, y orgías feyerabéndicas, que sólo ahondaba más en el inmenso océano que separaba la frontera de dos provincias que, estando juntas, eran dos continentes lejanos con un mundo ficticio de por medio.


La ficción era lo que les unía. La a-normalidad de la no-realidad, y quizá por eso persistían el uno en el otro. Con el otro.


Imagen; E.C.

miércoles, 10 de febrero de 2021

Miedos


 

Lo notas cuando llega. Como una calma tensa antes de la tempestad.


De pronto, sobre tu cara una gota tras otra, que se desbordan en las manos, en las muñecas, en los brazos..


Te ahogas en tu propio océano de miedos y terrores. Las piernas fallan y la respiración se acelera como por efecto de una sobredosis.


Solo que, ésta vez, la droga proviene de los rincones más oscuros de tu cerebro.


Y es en ese justo instante, cuando sabes que te han derrotado. Que has sido vencido por tí mismo. Por tu mente, por tu conciencia.


Demasiados miedos.


Demasiadas mentes enfermas, ahogadas en un mar de pastillas sin nombre, que envenenan lo poco que queda.



Imagen; Mario Nevado. @aegis_illustration

miércoles, 3 de febrero de 2021

Luna


 

Los cables golpean a la luna. 


Duro, fuerte, sin piedad, tratando de resucitar, a través de su brillo, la electricidad de un esqueleto de piedra y cemento.


La línea, como decía Kandinsky, es un ente invisible. Y secuestra entre sus paralelas el origen de la vida.


El combate. La lucha eterna, entre lo humano y la muerte.