Fue en ese instante cuando lo entendí. Ella pintó mis labios sin darme cuenta de lo que estaba a punto de pasar.
Me iba a transfigurar en cuestión de segundos en una dama desnuda, abierta como el origen del mundo de Courbet, en pleno éxtasis de un placer tan intenso que desfiguraba todo a mi alrededor.
Sin más defensa que el opio que se derramaba por mi lengua y un escudo de minas y pinceles dispersos por el suelo.
Y lo mejor, es que me encantaba. No por ser el deseo de un sueño de tela.
Si no por nacer de una copa de vino, y morir en bocetos y estrellas.
"He contemplado tanto la belleza que mi visión está llena de ella". Cavafis.
Obra de; @lord.cah
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