Te veía detrás de millones de puntitos taladrados sobre la superficie vertical de una estantería.
Esa terrible visión hacía que tu cuerpo quedase descompuesto en líneas horizontales y verticales, confundiéndose con la arquitectura del edificio.
Tu naturaleza era puramente geométrica. Un cuadro de Mondrian.
Y a pesar de ello, como él, yo también veía las luces de la ciudad reflejadas en tus ojos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario