En su obra maestra, Kim Young-Ha decía que “el hombre que aspira a convertirse en un dios solo dispone de dos alternativas; la creación o el asesinato”.
A mí me fascinaba su capacidad para conjugar ambos aspectos; creaba sueños al mismo tiempo que asesinaba los confines de una moral anacrónica y auto-limitante.
Ella solo quería poder ser ella.
Tenía en sus manos la llave para pasar de una dimensión a otra dejando tras de sí una lluvia de estrellas en el cielo que, al contemplarlas, te hacían sentir mejor.
No sé si llegaría a ser Dios.
Para mí, era un soneto de claro de luna.
Un eco lejano de amor.
Obra de; @lord.cah
No hay comentarios:
Publicar un comentario