Aquella chica con nombre bíblico me hacía dudar.
Su mera existencia me debatía entre un pasado que no fue y la certeza improbable de un futuro no escrito. Como cuando escribes un libro sobre la marcha, y la historia es quien guía a la mano.
Me confundía y sumergía en un mar de existencialismo, arjés presocráticos, y orgías feyerabéndicas, que sólo ahondaba más en el inmenso océano que separaba la frontera de dos provincias que, estando juntas, eran dos continentes lejanos con un mundo ficticio de por medio.
La ficción era lo que les unía. La a-normalidad de la no-realidad, y quizá por eso persistían el uno en el otro. Con el otro.
Imagen; E.C.
"Ajústense los cinturones, esta noche vamos a tener tormenta."
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=z3AuVfU5mmA
Los que escribimos somos una raza a parte de la humanidad, somos "personalidades desplazadas". Tu "anormalidad particular" debe ser saber expresar esto así de esta manera.