viernes, 30 de julio de 2021

Dedos


 

Ya lo decía Bukovski. “La muerte no apesta. Solo lo que agoniza, solo que se pudre, apesta. La muerte no apesta”.


El problema es que yo no sabía en qué estado me encontraba; vivo, muerto, o en un permanente limbo entre ambos mundos.


Mis dedos polícromos se parecían a un cuadro expresionista. Difíciles de interpretar.


Un temblor permanente provocaba que la vida se me escapara de mis brazos, y eso me hacía parecer aún más alterado.


A mí me daba igual. Los locos no tienen patria. Panero me susurraba al oído…”palpo el muro en que habrá de grabarse mi ausencia”.


Y su veneno invadía cada centímetro de mi piel.


Una jaula de grillos, que apestaba a carne podrida a la manera de un burdel de carretera, resonaba como un alarido entre las paredes frágiles de mi cráneo, trepanándolo y provocando que las tinieblas más ocultas de mi mente se esparcieran como una tormenta.


Goteaban por mi frente y me exponían a un mundo exterior que yo no entendía.


El universo agonizaba y yo sentía que no podía atraparlo.


Se me escapaba. Solo lo que agoniza, apesta.


Obra de; @lord.cah 

No hay comentarios:

Publicar un comentario