Las letras volaban rápido, al ritmo de las ráfagas de aire que entraban con violencia por la ventana.
La concentración se dispersaba a la par entre los riscos de la Cuerda Larga, y unos ojos morenos secuestrados por una mascarilla, que hacía de carcelera de la piel joven suavizada por el aire.
La nieve sobre los picos apenas marcaba el límite entre ellos y el cielo, y unas pocas sillas eran la distancia que me separaba de sus manos y su pelo castaño, diluido entre las tejas como telón de fondo.
Ambas distracciones hacían difícil el estudio, pero también placentero.
Ya se sabe; una espina entre rosales duele mucho menos.
Obra de; @penalverandresrafael
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