viernes, 24 de diciembre de 2021

Nefilim


 

La encontré en el granero, encima de una capa de abono reseco, mirándose en el reflejo de los cristales rotos dispersos por la pared de ladrillo desnudo.


Sonreía con una mueca muda y vacía. No podía parar de mirarse, casi obsesivamente.


Bruja. Bruja. Maldita bruja.


Aduladora del maligno, súcubo engendro, hija de los nefilim.


Los exabruptos esputados con odio no la alteraban lo más mínimo.


Giró la cabeza de forma lenta, casi mecánica, para mirarme a los ojos.


Para mirar cómo una brecha de sangre se abría a lo largo de mi cuello, llevándose por delante, en un torrente lascivo, venas y arterias.


De mis ojos no brotaba maná, pero sí una deliciosa cascada rojiza. Tóxica. Contaminante.


A lo lejos, ella sonreía. Con su mueca, muda y vacía.


Bruja. Hija de los nefilim. Mi esperanza.


Fotografía de; @manuelfiestas 

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