viernes, 8 de abril de 2022

Hereje


 

Sus ojos, oscuros, ciegos y penetrantes, miraban a la eternidad del que se sabe condenado.


Apenas poseía unos harapos ennegrecidos y pestilentes, que fueron cobija y mortaja.


Adoradora de Belcebú. Tres sierpes y tres serpientes. Tres golpes de chapín.


Conventículo hermético y candente.


Nadie levantó la voz cuando el tornillo aplastó su nuca vulnerable y desnuda.


Solo una sombra, cuando sus huesos eran ceniza, comulgó.


Obra de; @lord.cah

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