A simple vista, solo podía sentir tristeza.
Una mano casi invisible, un columbario vacío y tres desconchones en la pared.
Él era el pastor que cuidaba de su rebaño. Hasta de las osamentas despojadas de la carne con alcohol y agua hirviendo.
Allí, todo tenía el aspecto de un trampantojo medieval.
Me acordé entonces de las palabras de Schmitt. Al acercarse a ella, tenía la impresión de estar entrando en una capilla.
Luz y silencio. Y formol.
Obra de; @lord.cah
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