Ser Gregorio Samsa no es agradable. Los bichos raros hacen gracia un momento.
Hasta el instante en que los ojos pasan de mirar con curiosidad, a sentir en ellos a 40 millones de dedos acusadores. Y abusadores.
Ellos también violan tu intimidad, reflejando los miedos que la sociedad tiene interiorizados.
Y es que la condena de una mirada, o de una actitud mal entendida, puede ser más dolorosa que miles de cadenas perpetuas.
La condena solo dura una vida. La duda...sin embargo es eterna.
Obra de; @gerbosart