lunes, 20 de septiembre de 2021

Ojos tristes


 

La mujer de ojos tristes te hablaba de poesía con la falta de entusiasmo de un condenado a muerte.


Era un rosal blanco creciendo entre berrocales semi deshechos y unas manos de hierro a modo de cimborrio, sosteniendo un planeta antropomorfo.


La mujer de ojos tristes era el corte geológico que partía en dos las venas de la arcilla, y maldecía la violencia de una carretera secundaria.


La mujer de ojos tristes eran los cables de alta tensión que casi podía rozar con las puntas de los dedos desde lo alto de una colina.


Cables que sonaban al eco del motor entre las rocas y que devolvían, amplificado, el reflejo de las nubes romboidales que venían de otro planeta.


No vuelvas más para torturarme, mujer callada de ojos tristes.


Obra de; Manuel Alamillos López

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