domingo, 5 de septiembre de 2021

Lote


 

Del establo a la casa apenas había unos metros. Un estrecho pasillo comunicaba el cubículo de paja con la sala de subastas.


Cada viernes, repetía el mismo ritual. Bajaba al establo y anudaba la correa a un cuello fuerte y esbelto.


Pero éste era especialmente un pura raza. Con tranquilidad, recorrieron en silencio la distancia que les separaba de su destino.


Era como la milla verde que espaciaba la vida hacia un destino desconocido.


Al final del pasillo, una sala repleta de hombres elegantemente vestidos que cesaron sus murmullos al verle entrar.


Tan bello. Tan robusto. Con esa piel y ese pelo brillante y reluciente, tostado al sol.


Los posibles clientes pasaban revista y yo le miraba con orgullo; los dientes, el cuello, las extremidades…hasta el pelaje que relucía como las estrellas aún a pesar de su cárcel de estiércol.


Por fin, alguno ganó la puja y la correa pasó a manos de su capataz, que le condujo al carro con destino a la granja.


-Buena suerte, K. Y recuerda lo que siempre te digo. Trabaja duro, obedece y algún día tú estarás también de éste lado de la sala.


-Dios le oiga señorito. Dios le oiga.


Siguiente lote.


Obra de; Boardman Robinson

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