Muchas gracias al Ayuntamiento de Orcera por la valoración de mi relato.
Finalista y medalla de plata en el "II Certamen de poesía y relato Guillermo Fernández Rojano” por mi historia “Relatos de un pueblo en la bruma”.
Gracias eternas.
Muchas gracias al Ayuntamiento de Orcera por la valoración de mi relato.
Finalista y medalla de plata en el "II Certamen de poesía y relato Guillermo Fernández Rojano” por mi historia “Relatos de un pueblo en la bruma”.
Gracias eternas.
La mujer de ojos tristes te hablaba de poesía con la falta de entusiasmo de un condenado a muerte.
Era un rosal blanco creciendo entre berrocales semi deshechos y unas manos de hierro a modo de cimborrio, sosteniendo un planeta antropomorfo.
La mujer de ojos tristes era el corte geológico que partía en dos las venas de la arcilla, y maldecía la violencia de una carretera secundaria.
La mujer de ojos tristes eran los cables de alta tensión que casi podía rozar con las puntas de los dedos desde lo alto de una colina.
Cables que sonaban al eco del motor entre las rocas y que devolvían, amplificado, el reflejo de las nubes romboidales que venían de otro planeta.
No vuelvas más para torturarme, mujer callada de ojos tristes.
Obra de; Manuel Alamillos López
El tedio cubre mis manos amarillentas mientras cuento los segundos para encontrarme con un vendedor de libros usados.
La hora que me queda la malgasto entre libros de Ben Clark y tratados de microbiología polvorientos cuya portada me amenaza con dibujos de virus y bacterias que parecen asesinos de serie b.
Las gotas siguen acidificando el suelo de alquitrán por el que un grupo de cadáveres andan refugiándose de la lluvia tóxica de final de verano.
Los techos no sirven, pienso, mientras las aves cegadas de espuma de hielo anidan a sus crías famélicas entre árboles desangrados.
Y todo sabe a lamento.
La realidad fluye a través del metacrilato manchado de rojo.
El bonzo de Gerbos y un salvaje de Boissel martirizan mis pensamientos.
Siento que me van a estallar las neuronas, y las tendré que escupir bañadas en acrílico y en óleo.
Al final, la vida se mueve en un escenario de pesadillas y sueños.
Obra de; Mahé Boissel
Tremendamente extraño. Extemporáneo.
Quiero, como decía Cummings, "palpar, rozar el vello de tu eléctrica piel".
Siento nostalgia de tener y querer.
Piel. Foco de luna. Tintero, tamiz y papel.
Del establo a la casa apenas había unos metros. Un estrecho pasillo comunicaba el cubículo de paja con la sala de subastas.
Cada viernes, repetía el mismo ritual. Bajaba al establo y anudaba la correa a un cuello fuerte y esbelto.
Pero éste era especialmente un pura raza. Con tranquilidad, recorrieron en silencio la distancia que les separaba de su destino.
Era como la milla verde que espaciaba la vida hacia un destino desconocido.
Al final del pasillo, una sala repleta de hombres elegantemente vestidos que cesaron sus murmullos al verle entrar.
Tan bello. Tan robusto. Con esa piel y ese pelo brillante y reluciente, tostado al sol.
Los posibles clientes pasaban revista y yo le miraba con orgullo; los dientes, el cuello, las extremidades…hasta el pelaje que relucía como las estrellas aún a pesar de su cárcel de estiércol.
Por fin, alguno ganó la puja y la correa pasó a manos de su capataz, que le condujo al carro con destino a la granja.
-Buena suerte, K. Y recuerda lo que siempre te digo. Trabaja duro, obedece y algún día tú estarás también de éste lado de la sala.
-Dios le oiga señorito. Dios le oiga.
Siguiente lote.
Obra de; Boardman Robinson
Las luces del Yelmo proyectaban su imagen sobre los milenarios muros de Segura.
Sus piedras, que antes guardaron el lamento de poetas y guerreros, se veían ahora arropadas por la sombra que descansaba con las primeras luces del alba.
A sus pies, el valle del Segura desperezaba otro día con el intenso olor del aceite y el sabor de las tortas de azúcar.
Peñalta aguardaba los primeros cantos de las cigarras y el río refrescaba recuerdos del pasado.
De la vieja casa salía ella para saludar a las tímidas palomas que estrenaban un nuevo día.
Bajo los centenarios pinares de Orcera, que sentían nostalgia en sus ojos, brillando al calor de su tierra.
Obra de; @lord.cah
Ausencia. Qué palabra tan poética.
Y nadie como @suso33 para captarla. Para penetrar en ella.
Para diluirse en tinta y pintura y plasmarla en la pared desnuda.
Clandestina. Cercana y lejanamente desnuda. Desahuciada.
La calle desvestida de paredes donde poder reflejar la ausencia. La calle devastada de ausencias que no pueden reflejarse en la pared.
Ni en la memoria. Ni en el papel. Desesperada y solitariamente.
Ausencia.
Obra de; @suso33