jueves, 24 de junio de 2021

Memoria


 

Cara a cara en aquella habitación. Los dos solos. Sin ventanas. Sin distracciones.


Solo una mesa y dos sillas. Un escenario austero y, sin embargo, no veíamos lo mismo.


Sus ojos desorientados hace tiempo que se fueron volando muy lejos de allí. A otro tiempo, a otro lugar.


No podía ver nada de lo que tenía delante, porque él ya no veía con sus ojos, si no con su mente. Yo veía también con la mía.


Y no veía a un hombre sentado, mirando al infinito de una pared acolchada, si no unos tentáculos muy grandes, como las garras de un águila que se posaban sobre su cabeza.


Estaba robándole sus recuerdos. Su memoria. Su identidad. Nadie lo veía, salvo nosotros dos.


Él también era consciente de la presencia de aquel animal que usaba su cráneo a modo de alimento.


Pero ninguno podíamos hacer nada. Solamente esperar que aquel ave onírica terminara su banquete.


Y continuar un día más aquella farsa.



Obra de; Ángel Bellido Amorós

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