Una flor de sangre se alimenta de sus ideas.
Su bulbo es un receptor de sueños. Y pesadillas. De todo lo que sale de su cerebro.
Engulle 24 horas al día. Sin descanso. Él piensa y produce, ella absorbe.
Es una simbiosis completamente desigual pero sigue siendo simbiosis.
Si él se desconecta de ella, muere al instante. Piensa por y para ella. Es su razón de ser.
Y ella obtiene su vida de lo que produce su mente.
Simbiosis, una palabra tan perturbadoramente perfecta.
Obra de; Stanisław Szukalski
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